29 de diciembre de 2011





-Bella –sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios-. Yo voy a estar contigo…, ¿no basta con eso?
Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa.
-Basta por ahora.
Le acaricié el rostro y dije:
-Mira, te quiero más que nada en el mundo. ¿No te basta eso?
-Sí, es suficiente –contestó, sonriendo-. Suficiente para siempre.

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